Tratamiento de la Cirrosis
La cirrosis es una enfermedad en la que el hígado queda cicatrizado y no puede funcionar. Puede estar causada por muchos factores diferentes, como el abuso de alcohol, las infecciones por hepatitis B y C, las enfermedades autoinmunes y la enfermedad del hígado graso.
Aunque la cirrosis no es reversible, existen tratamientos que pueden ayudar a controlar los síntomas y prevenir complicaciones.
La fatiga y la debilidad son síntomas comunes de la cirrosis. Los síntomas pueden empeorar con el consumo de alcohol, aunque evitarlo no siempre es suficiente para aliviarlos. El descanso y una dieta saludable pueden ayudar a aliviar los síntomas de fatiga y debilidad.
Tratamiento de la cirrosis
Además del propio trasplante de hígado, tendrá que tomar medicamentos durante el resto de su vida. Éstos pueden ayudar a proteger el hígado trasplantado de los daños y ayudar a su crecimiento.
Algunas personas pueden dejar de tomar los medicamentos antirrechazo al cabo de unos años si su organismo no rechaza el órgano. Algunas personas tendrán problemas para dejar de tomar estos medicamentos porque corren el riesgo de contraer una infección grave o de tener problemas en la piel, como sarpullidos, picores y enrojecimiento.
Si tiene alguna pregunta sobre su plan de tratamiento o necesita más información sobre cómo vivir con cirrosis, hable con su médico o enfermera.
El tratamiento para la cirrosis depende del tipo de cirrosis que padezca la persona, el tiempo que haya durado la enfermedad y el daño permanente que haya sufrido el hígado.
Algunas veces el daño que sufren el hígado se puede corregir si se encuentra la causa específica de la cirrosis y se da el tratamiento adecuado.
En el caso de la cirrosis alcohólica, la abstención total y una dieta balanceada son partes importantes del tratamiento.
Coma alimentos que ayuden a su hígado a trabajar mejor.
- Coma alimentos que ayuden a su hígado a trabajar mejor.
- Coma más frutas y verduras. Son ricas en antioxidantes, que ayudan a proteger el hígado del daño causado por los radicales libres del oxígeno (un subproducto natural del metabolismo del cuerpo).
- Consumir alimentos ricos en fibra. La fibra tiene muchos beneficios, pero uno de ellos es que ayuda a reducir los niveles de colesterol y la absorción de grasas a través del sistema gastrointestinal, lo que puede ayudar a disminuir la presión arterial y reducir el riesgo de enfermedades del corazón.
- Evite los alimentos con alto contenido en grasas saturadas o grasas trans. Estos tipos de grasas pueden causar inflamación y aumentar la resistencia a la insulina, así como contribuir a un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y otros problemas de salud como la diabetes mellitus tipo 2 (DM2) o el síndrome metabólico (SM).
Si experimenta síntomas como náuseas o vómitos que podrían ser desencadenados por ciertos alimentos o bebidas -como la comida picante-, evite estos desencadenantes para detener la irritación intestinal que conduce a estos síntomas.
Tome sólo bebidas sin alcohol.
El alcohol es un depresor del sistema nervioso central y una toxina. También es un diurético, lo que significa que puede causar deshidratación.
El hígado no puede procesar bien el alcohol, por lo que incluso pequeñas cantidades de alcohol pueden tener un efecto significativo en el cuerpo. Además, el consumo excesivo de alcohol se ha relacionado con trastornos mentales como la depresión y la ansiedad.
Controla los niveles de azúcar en sangre si tienes diabetes.
Es posible que tenga que ajustar su plan de tratamiento. Hable con su médico al respecto.
- Siga una dieta saludable y haga mucho ejercicio.
- Tome su medicación con regularidad, incluso cuando no se sienta mal. Si tiene diabetes, mantenga los niveles de azúcar en sangre dentro de los límites normales comiendo alimentos saludables y haciendo ejercicio regularmente (al menos 30 minutos al día).
- Si tiene diabetes, tómese la insulina u otros medicamentos que le recete su médico para controlar los niveles altos de azúcar en la sangre. Un nivel alto de azúcar en sangre puede provocar complicaciones como enfermedades cardíacas, insuficiencia renal y daños en los nervios de las piernas (neuropatía periférica).
Náuseas y vómitos
La causa más común de los vómitos en personas con cirrosis es la hepatitis (una inflamación del hígado). El cuerpo reacciona enviando sustancias químicas al torrente sanguíneo que provocan náuseas y otros síntomas similares a los que experimentan las personas que beben demasiado alcohol; de ahí que los médicos llamen a esta afección hepatitis alcohólica o "resaca hepática".
Cirrosis secundaria
En el caso de la cirrosis secundaria a hepatitis viral, se usan medicamentos para aumentar la respuesta del sistema de inmunidad contra el virus, como el interferón.
En casos de cirrosis causada por hepatitis autoinmune, los corticosteroides solos o combinados con la azatioprina pueden ser un tratamiento efectivo.
En los pacientes cirróticos con ictericia, el tratamiento suplementario con vitaminas liposolubles pueden ayudarlos.
En el caso de la enfermedad de Wilson, se eliminan las cantidades excesivas de cobre en el organismo por medio de medicamentos.
En la hemocromatosis, se elimina el exceso de hierro por medio de flebotomías (extracción de sangre).
Muchos tipos de cirrosis requieren un trasplante de hígado cuando la insuficiencia hepática está avanzada.
Cambios en la dieta
Cambios en la dieta
Es importante evitar el alcohol porque puede causar más daño al hígado. Evitar los medicamentos que puedan causar daños en el hígado.
Evitar los alimentos ricos en grasas
Los alimentos ricos en grasas tampoco se recomiendan en los pacientes con cirrosis, ya que son más propensos a desarrollar complicaciones de la enfermedad como ascitis y varices.
Evitar los alimentos ricos en colesterol
El colesterol es un componente esencial para muchas reacciones bioquímicas del organismo. Sin embargo, hay un límite a partir del cual se vuelve perjudicial para nuestro cuerpo, especialmente si tenemos otras condiciones médicas como enfermedades del hígado o diabetes mellitus (tipo 2).
Por lo tanto, hay que evitar el consumo de alimentos con alto contenido en colesterol, como la carne y los productos lácteos.
Los alimentos que contienen vitamina D también pueden incluirse aquí porque algunos estudios demuestran que esta vitamina aumenta los niveles de colesterol LDL (colesterol malo). Por ejemplo: huevos yema de atún pez espada caballa arenque salmón judías al horno queso yogur
Medicamentos
La cirrosis es una enfermedad hepática crónica que reduce la función del hígado. El objetivo del tratamiento de la cirrosis es aliviar sus síntomas, prevenir complicaciones y ayudarle a vivir más tiempo.
Los medicamentos no se utilizan para curar la cirrosis, pero pueden mejorar su calidad de vida ayudándole a sentirse mejor y a vivir más tiempo. Su médico puede recomendarle medicamentos para algunos o todos los problemas siguientes:
- Para prevenir el picor, la irritación u otros signos de enfermedad hepática
- Para ayudar a controlar los trastornos hemorrágicos como la hemorragia por varices (sangrado del esófago)
- Para controlar la acumulación de líquido en el abdomen
Cirugía
Si la cirrosis se ha extendido a otras partes del cuerpo, la cirugía puede ser una opción. Esto puede ayudar a aliviar el dolor y la inflamación, o puede extirpar un tumor que esté presionando los órganos. La cirugía también puede ser necesaria si ha desarrollado tejido cicatrizal de su hígado dañado, lo que se denomina "cicatrización cirrótica".
La cirugía no es una cura para la cirrosis. Si tiene cirrosis, las nuevas cicatrices que se formen serán puntos débiles en su hígado. Estos puntos débiles pueden abrirse y provocar una hemorragia en el abdomen (una afección denominada peritonitis bacteriana espontánea).
Trasplante de hígado
El trasplante de hígado es la única cura para la cirrosis, pero es un procedimiento complejo que no siempre es una opción. Por este motivo, muchas personas con cirrosis nunca reciben un trasplante de hígado.
Si es elegible para un trasplante de hígado, éste no curará su enfermedad pero puede ayudar a evitar que empeore. El trasplante no revierte la cicatrización del hígado (cirrosis) ni detiene el daño que están sufriendo los demás órganos como consecuencia del consumo de alcohol o de la infección por hepatitis C.
- Sólo un pequeño número de personas diagnosticadas de cirrosis serán consideradas para un trasplante de hígado.
- No todos los países tienen una oferta adecuada de hígados o suficientes órganos de donantes para satisfacer la demanda. En algunos países, las listas de espera son tan largas que los pacientes pueden morir antes de tener la oportunidad de ser operados.
Antes de que pueda realizarse un trasplante de hígado, deberá someterse a pruebas para determinar si es apto para la cirugía.
Antes de realizar un trasplante de hígado, tendrá que someterse a pruebas para determinar si es apto para la operación. La lista de pruebas difiere entre los que desean donar y los que quieren recibir un hígado donado.
Si quiere que le extraigan su propio órgano
- Hay que hacer una historia clínica completa y comprobar su estado de salud general. También puede recomendarse una serie de análisis de sangre. Estos incluyen:
- Recuento sanguíneo (para comprobar sus glóbulos rojos)
- Prueba de la función hepática (para comprobar el funcionamiento del hígado)
- Prueba de coagulación de la sangre (para ver si hay riesgo de hemorragia)
Para tratar la cirrosis hepática hay que reducir la tensión en el hígado
- Evite el alcohol: El alcohol es una toxina que puede causar estrés adicional en su hígado. Si es usted alcohólico, busque ayuda de su médico y/o el apoyo de AA.
- Evite las toxinas: Las toxinas pueden encontrarse en artículos de uso cotidiano como limpiadores domésticos, pesticidas y cosméticos. Sin embargo, también están presentes en muchos alimentos que comemos a diario como las carnes procesadas (perritos calientes, salchichas), hamburguesas de comida rápida, etc.
- Llevar una dieta saludable: Llevar una dieta saludable reduce el estrés de su hígado al proporcionarle los nutrientes que necesita para funcionar correctamente.
- Una dieta saludable debe incluir muchas frutas y verduras frescas, así como alimentos integrales como el arroz integral o la quinoa, en lugar de platos de pasta blanca hechos con harinas refinadas que contienen altos niveles de carbohidratos que se convierten rápidamente en azúcar después de la digestión, causando inflamación en todo el cuerpo, incluso en las células que recubren el tracto digestivo, lo que en última instancia afecta a la absorción de los nutrientes en el torrente sanguíneo, donde más se necesitan.
- Duerme lo suficiente: Dormir lo suficiente ayuda a reducir los niveles de estrés, así que asegúrese de que está recibiendo al menos siete horas por noche sin interrupción de los dispositivos móviles como teléfonos inteligentes o tabletas, etc.
Su médico también tendrá que evaluar si está lo suficientemente sano para la cirugía y la recuperación.
El hígado es el órgano más grande del cuerpo. Tiene muchas funciones importantes, como filtrar las toxinas de la sangre y fabricar las proteínas que el cuerpo necesita para digerir los alimentos.
Para que le aprueben un trasplante de hígado, tendrá que estar lo suficientemente sano como para sobrevivir a la operación y a la recuperación.
Antes de entrar en la lista de espera para un trasplante, es posible que tenga que someterse a otros procedimientos, como la dilatación con balón o la colocación de un stent en las estenosis de las vías biliares, si éstas le causan problemas para comer o digerir los nutrientes.
Este tipo de cirugía podría facilitarle la ingesta de más alimentos sólidos después de la operación, ya que menos partículas de quimo (alimentos) pasan por el estómago al intestino delgado, desde donde normalmente saldrían al intestino grueso (colon).
Conclusión
La cirrosis es una enfermedad grave que puede ser mortal si no se trata. Si sospechas que alguien que conoces puede tener cirrosis, lo mejor es que busques consejo médico inmediatamente.
La cirrosis es una enfermedad grave que requiere un tratamiento agresivo. Si tiene cirrosis, es importante que acuda al médico con regularidad para someterse a revisiones rutinarias y detectar cualquier síntoma de complicación.
La complicación más común es la hemorragia en el esófago, que puede tratarse con medicamentos o con cirugía si es necesario.
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